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Con la banda roja en la piel

Unas pocas líneas para expresar mi sensación. Acompañé a Always en el estadio de Villa Ingenio en El Alto hace unos pocos días, junto a una hinchada genuina, la de la gran ciudad de las alturas, comprometida con la albirroja.

Sentí allí la nostalgia de un pasado de gloria y la alegría inmensa de ver cómo un dirigente visionario como Fernando Costa hacía posible lo imposible. ¡Volver al fútbol grande! Pasaron 27 años de bruma, de una espesa cortina de desaliento para que, de la mano de De la Torre, Galindo, Ovejero, Andaveris y Bejarano, pudiera ver como emergiendo del gramado del Siles, las siluetas de Dimeglio, Pinnola, Cobo, Muzzio, el Tanque Díaz, Montenegro…

Un estremecimiento y la certeza de que esa generación que me marcó en el pecho la banda sangre, se recrea en esta nueva, distinta, pero igualmente enfervorizada.


Estaremos otra vez enfrentando a los celestes y a los atigrados, estaremos midiéndonos con los santos y los rojos, con orientistas y blooministas, abriremos nuestro corazón para cabalgar en la esperanza de una nueva Libertadores, de un tiempo reverdecido que transforma la historia en presente.

Always en la piel, Always que recupera su personalidad con las dos estrellas de campeón en el escudo y con el irrepetible 1961 y la Europa de los 27 partidos que ningún club boliviano jugó.


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